Montag, 16. April 2012

PICHICHANCA

Por: Maurilio Mejía Moreno

     Pichichanca es palabra quechua con la que se llama al gorrión. Etimológicamente resulta de la fusión de dos vocablos quechuas: Pichi que significa “no sé quién” y Chanca que significa “llegará”. Sinónimo de chanca es también pata, pierna. Pichichanca semánticamente quiere decir: “no sé quién llegará”.
   
     Aparte de este nombre, de acuerdo a su lenguaje, el gorrión se llama también Chackia, que significa “gorrión que avisa la llegada de alguien”, y se deriva del lenguaje onomatopéyico Chack que quiere decir “sonido de la pisada” al que se le une la terminación “ia”, resultando Chackia.
   
     Cuando una pichichanca llega al patio de una casa o se acerca a la puerta diciendo: “chack... chack... chack...” el dueño de ésta dice: “No sé quién llegará”, y agrega: “ya vino el chackia a dar aviso”.

     El anuncio del chackia es infalible y digno de varidos comentarios. Así, por ejemplo, un día me hallaba solitario en mi casa solariega, de pronto se presentó en el patio un ágil chackia, saltando y picoteando con toda la agilidad que le caracteriza. Entre saltos y picotadas decía: “chack... chack... chack...” anunciándome con ello la llegada de algún visitante.

     Entonces, sabedor del lenguaje del pajarito, en cuanto se presentó, corrí por el amplio y poético patio con la seguridad de encontrar a alguien.

     ¡Cuán grande fue mi sorpresa al comprobar la verdad en el lenguaje dulce del misterioso y adivino Chackia!

     Se presentó un hombre... Y esto vino a comprobar la verdad del anuncio del Chackia, mensajero de los viajeros visitantes, y me trajo a la memoria el estribillo que de la boca de mi padre aprendí en mi niñez:

Pichichanca malicioso,
gorrioncito pretensioso,
declárame con franqueza,
¿quién es el que viene a verme?

     El pichichanca es, pues, un pajarito muy hermoso; de cuerpo pequeño y redondo; de vuelo veloz y bullanguero, vuela de un monte a otro, de rama en rama o a distancias cortas; anida en los pajonales, arbustos, montes; tiene patitas cortas y muy delgaditas, de allí que irónicamente se les llama “patitas de pichichanca” a las personas de piernas delgadas.
 
     Posee un corto, fino y hermoso plumaje de color gris en la parte anterior de su cuerpo; una cola delgada y alas pequeñas; el dorso está pintado de pequeñas rayas parduzcas, semejándose al color del llamado “gato romano”. Su cuello es pequeño con finísimo plumaje de color semirojizo; cabeza muy chica con plumitas levantadas en la coronilla; ojos redondos, chicos y vivaces, circundado de rayas finas de color negro y blanco y perpendiculares al pico, semejándose a la flor de habas. El pico es conirrostro con el que desgrana las espigas del trigo, cebada y lino. De este pico fino y sonoro, se desgrana su canto melodioso que alegra al chacarero y endulza la vida de quien lo escucha.

     El trino del pichichanca a veces conmueve el alma y cautiva el corazón. Trinos de ese acento se percibe en mi tierra, en la estación de otoño, cuando el cielo le otorga claridad; cuando las flores del campo le brindan perfumes y hermosuras; cuando las habas dejan verse entre sus tallos, “anchovetas verdes” con uñas de gato; cuando los trigales dejan erguirse y llenarse de grano las espigas; cuando las papas, ya maduras, están a flor de tierra o en los hoyos abiertos, al aporcarlas, al costado de cada mata.

     En la bella estación de otoño, entre los pajonales que florecen y en cada arbusto, monte, trigal que circunda las mansiones de la tierra ancashina, no falta un pichichanca que levante el pico para silabear alegre y casi ininterrumpidamente su dulce estribillo, en esta forma: “Pichi... chiú... chiú... pichí... chiú, chiú...” endulzando la vida y haciéndola más llevadera en los momentos de soledad y angustia.

(Tomado de “Estampas y Cuentos de mi Tierra”, Tomo I, 1986, Aija-Peru)